miércoles, 14 de abril de 2010

La Chocleada Tres Arroyos


el 21 de Abril replicaremos ésta acción en Tres Arroyos !!
gracias por la experiencia.


LA CHOCLEADA
Un pequeño gran gesto que ojalá se multiplique
El día sábado 24 de marzo de 2007 a las siete de la mañana 150 chicos de entre 2º y 6º año del colegio secundario de una pequeña localidad cordobesa se juntaron para realizar un “pequeño-gran” gesto solidario, quizá el primero en sus cortas vidas y seguramente no el último.
Esto sucedió en Alejandro Roca, un pueblo de 5.000 habitantes a 70 km. de Río Cuarto. Allí un grupo de amigos entre los que había productores agropecuarios, profesores del colegio, autoridades de la cooperativa eléctrica local y contratistas rurales, se juntaron para darle forma a la segunda “Chocleada”. El año pasado había sido la primera experiencia y se tuvo que suspender a la mitad debido a una intensa y anhelada lluvia de 180 mm. que sobrevino tras cinco meses de una sequía extrema... (¿un guiño de Dios?).
El evento consistió en la recolección a mano de choclos en una hectárea de maíz donada por un productor agropecuario de la zona. Este trabajo fue realizado principalmente por los chicos del secundario local, aunque también hubo familias enteras, alumnos de otras localidades y productores vecinos entre otros. Todo lo recolectado se iba juntando en bolsas de 50 kg. y se cargaron a un camión (también donado) que llevó la mercadería a una sede del Banco de Alimentos en Córdoba capital, el cual a su vez lo repartió entre comedores para niños carenciados del conurbano cordobés. A su vez empresas locales compraron simbólicamente lo recolectado y con lo recaudado se benefició a una institución del mismo pueblo, la cual fue seleccionada por los chicos entre varias opciones.
Gráficamente “La Chocleada” sería como un triángulo donde hay donantes y beneficiados, teniendo a los chicos del colegio como eje central:

El resultado fue un éxito y la cosecha fue una fiesta. Alrededor de las ocho de la mañana arribaron al establecimiento una caravana de autos, camionetas y colectivos. El sacerdote del pueblo hizo una oración, bendijo a los chicos y empezó el trabajo. Organizados en pequeños grupos, ingresaron con sus bolsas a recolectar los choclos a mano por entre los surcos del maizal simulando las viejas “luchas” que se hacían cuando la cosecha mecánica actual no existía. Así, a su manera, haciendo bromas, cantando y jugando, estuvieron hasta el medio día llenando sus bolsas y colocándolas en montones, que unas camionetas pasaban a retirar luego para acercarlas hasta el camión que las transportaría hasta la ciudad de Córdoba, a unos 270 km. de ese lugar.
Como resultado se juntaron más de 80.000 choclos con los cuales comieron 30.000 niños de distintos barrios de Córdoba capital. El encargado de su distribución fue el Banco de Alimentos, una institución establecida en varios países del mundo dedicada a distribuir todo tipo de alimentos entre comedores infantiles de bajos recursos. Por otro lado con lo aportado por las empresas locales, se compraron materiales de construcción para una institución del pueblo dedicada a chicos discapacitados, que quiere construir una casa más digna para albergar a sus alumnos.
En lo personal, esto fue una experiencia inolvidable e imborrable en mi corazón: la sensación de alegría entremezclada con el cansancio del trabajo fue algo que duró muchos días más. Ver a esos chicos con cara de dormidos un sábado por la mañana, lejos de los ciber y la televisión, aprendiendo a dar (sin recibir nada a cambio) a los que más lo necesitan era una caricia para mi alma. Era la certeza de saber que con tan poco se puede hacer mucho si nos unimos como sociedad y somos creativos.
Finalmente la presencia de cronistas hizo que “La Chocleada” se difundiera por radios y diarios locales y nacionales durante toda la semana siguiente y nos permitió dejar nuestro concreto y ambicioso mensaje: que ojalá este “pequeño-gran” gesto se multiplique por todos los rincones de nuestro “rico” país, para que tantas personas necesitadas puedan sentir que no están solas, a la vez que nuestros jóvenes aprendan a vivir la cultura de la solidaridad con alegría.

                            Máximo Deym (1995)
                            maxideym@yahoo.com.ar

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